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Directrices esenciales de evaluaciones para tener éxito en la acreditación

Lograr la acreditación se está volviendo cada vez más complejo para las instituciones de educación superior a nivel internacional. La creciente presión de los gobiernos y el mercado mismo está moviendo a las universidades hacia estándares más altos de acreditación.

La fundación New America sostiene que “así como el costo de las universidades se ha disparado y ha aumentado dramáticamente la ayuda financiera a estudiantes, los referentes de políticas y otros han comenzado a preguntar qué es lo que los estudiantes, el gobierno y los contribuyentes reciben a cambio de tan alta inversión (…). Dado que el rol de la acreditación como facilitadora de la ayuda financiera gubernamental, la habilidad (o inhabilidad) del sistema para asegurar un nivel básico de calidad es una preocupación de muchos actualmente”.

De esta manera, los procesos de acreditación también se están volviendo más complejos y requieren de evidencia real y significativa de la excelencia en educación superior en todo nivel. Es por ello que las evaluaciones y la planificación estratégica son tan importantes para las universidades.

Ya nos hemos referido a factores clave, métricas esenciales y buenas prácticas en la planificación estratégica, e incluso hemos hablado sobre cómo ésta ayuda en los procesos de acreditación. Ahora queremos mirar hacia el origen del proceso de medición, en sus directrices, para analizar cuáles son las correctas y mejores.

Diferenciar entre mediciones y resultados

Uno de los temas fundamentales sobre el cual debe haber absoluta claridad es aquello que la institución va a medir. Actualmente, todo es medible y existen herramientas para cualquier tipo de análisis. Pero no todos funcionan para las universidades. Tal como lo plantea la Academia Nacional para el Liderazgo Académico (NAAL, sus siglas en inglés), “las evaluaciones de resultados no producen por si mismos suficiente evidencia que permita una entendimiento claro del comportamiento de un sistema educacional. Éstas indican que los resultados han sido producidos y en qué cantidad”.

“Determinar por qué los resultados fueron alcanzados – agrega NAAL – es tarea de la evaluación de procesos. Mejorar la calidad de los resultados depende de las mejoras en la calidad de los procesos. Por lo tanto, la evaluación de resultados no es suficiente. En el caso del aprendizaje y el desarrollo de los estudiantes, una detallada comprensión del funcionamiento de la orientación, el currículo, la instrucción, la tutoría académica y otros procesos educacionales claves es necesaria para el óptimo mejoramiento de los resultados institucionales. En otras palabras, los resultados de ambos resultados en evaluaciones de procesos son necesarios para mejorar la calidad de los resultados”.

Fijar metas ambiciosas

“Las metas de aprendizaje pueden variar según la misión de una institución, los recursos, la población estudiantil y el perfil de la comunidad, pero comúnmente incluyen tanto el aprendizaje como el conocimiento especializado; el desarrollo de habilidades intelectuales y prácticas; el desarrollo de un sentido de responsabilidad personal y social; y el aprendizaje integrado y aplicado”, explica la Nueva Alianza de Liderazgo para el Aprendizaje Estudiantil y la Responsabilidad (NLASLA, sus siglas en inglés).

“Los resultados reflejan apropiadamente las metas de la educación superior y han sido establecidas de una manera en que permite que los niveles de logro sean medidos contra informes externos o benchmarking, o bien medidos y comparados con otras instituciones similares”, dice NLASLA.

Recolectar evidencia

“Los procesos sistemáticos para recolectar evidencia – sostiene NLASLA – permiten a las universidades descubrir cómo progresan los buenos estudiantes hacia los resultados de aprendizaje programático de toda la universidad. Los esfuerzos de recolección de evidencia son constantes, sostenibles e integrados al trabajo de la facultad, y el equipo administrativo  puede sugerir dónde la institución está teniendo éxito y dónde se necesita mejorar”.

Reportar los resultados

De acuerdo con la Nueva Alianza de Liderazgo, “reportar la evidencia y resultados del aprendizaje de los estudiantes tanto a nivel interno como externo fortalece el compromiso de la institución para el mejoramiento de programas y servicios que contribuyen a un alto nivel de logros estudiantiles.

Más aún, esta institución sostiene que el directorio de una universidad “debiera recibir regularmente reportes acerca de las evaluaciones del aprendizaje y esfuerzos de los estudiantes para usar esa evidencia en el mejoramiento de programas. Además, la institución puede asegurar la transparencia y responsabilidad al público mediante la publicación en su sitio web un acceso muy visible con la evidencia más destacable del aprendizaje estudiantil, su uso y otros indicadores institucionales”.

Por otro lado, muchas instituciones de educación superior han desarrollado manuales de directrices para dirigir y alinear las tareas individuales y colectivas hacia las metas finales de acreditación y excelencia. Por ejemplo, la Asociación de New England de Colegios y Universidades recientemente actualizó su manual de Estándares de Acreditación, donde proponen una estructura de evaluación bastante clara y fácil de seguir:

  • Estándar Uno: Misión y propósitos
  • Estándar Dos: Planificación y evaluación
  • Estándar Tres: Organización y gobierno
  • Estándar Cuatro: El programa académico
  • Estándar Cinco: Estudiantes
  • Estándar Seis: Enseñanza, aprendizaje y escolaridad
  • Estándar Siete: Recursos Institucionales
  • Estándar Ocho: Efectividad educacional
  • Estándar Nueve: Integridad, transparencia y divulgación pública

De acuerdo con su experiencia ¿Existen otros importantes estándares que debieran ser considerados? ¿Estas directrices debieran ser las mismas para todo tipo de universidades, o debieran estar diferenciadas entre, por ejemplo, públicas y privadas? Lo invitamos a compartir su opinión y puntos de vista.

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